Con la mirada de un dios cobarde

Prólogo

Antes de que inicien la lectura de este relato, confeccionado con retazos de realidad y trozos de ficción, creo necesario hacer unas puntualizaciones que facilitarán la comprensión de la trama que he urdido para hacer llegar un mensaje importante, desde mi punto de vista.

En primer lugar debo explicar que “Con la mirada de un dios cobarde” no es una novela que hable de gitanos españoles, sino de Romanís; un pueblo al que pertenecen los gitanos pero que no se asienta sobre la península Ibérica, sino en diversos territorios de Francia, en parte de la región Centroeuropea y en Europa del Este y que, por su organización tribal, merecen una atención muy especial ya que ellos han conservado sus tradiciones, sus leyes, con mayor pureza que en España y Portugal, porque se han mantenido mucho más al margen de la sociedad que los acoge.

Algunas de las afirmaciones que se hacen en la novela, aclaradas en las notas al pie de página, pueden parecer hechos de ficción pero en el anexo final se aportan algunos datos que, si bien contribuyen a dar alguna luz al texto, no son de ninguna manera probatorios. Como en toda obra que sea fruto de la imaginación, se aprovechan informes probados para que, una vez insertados en el argumento, den mayor credibilidad a lo que se cuenta; pero también se puede hacer uso de una novela para contar verdades que, de otro modo, sólo verían la luz en tomos de investigación que morirían llenos de polvo en los anaqueles de cualquier librería.

La exigencia de escribir una historia nace sin duda del impulso de dar a conocer a otros las experiencias aprendidas; esta novela se ha parido a sí misma sin más necesidad de existir que el hacer saber a los demás datos que de otro modo permanecerían escondidos. Se tiene por cierto que el pueblo romaní tiene su origen en la India y, los expertos, lo intentan demostrar con datos sobre la lengua y la idiosincrasia de los individuos; pero cada día más hay voces que se alzan proponiendo, demostrando, que los romanís son de origen semita o hebreo, y fundan sus afirmaciones comparando las leyes y tradiciones pre-talmúdicas con las del pueblo romaní. Como no puedo adherirme a una u otra propuesta, ya que carezco de datos suficientes para hacerlo defendiendo mi posición con propiedad, he decidido incluir en el anexo un texto comparando la ley judía pre-talmúdica con la ley judía actual, la tradición cristiana, la hindú y la romaní; el resultado de ello es una convicción personal sobre el origen del pueblo Rohm, convicción que no puedo, ni debo, imponer a nadie puesto que mi idea es difundir y no forzar la opinión ajena.

También he querido poner de manifiesto el papel primordial que las mujeres tienen en la sociedad romaní a la que, a veces, se tacha de machista o excluyente para con el sexo femenino. Si observamos con atención la historia de este pueblo, podremos deducir que no es más ni menos machista que la sociedad en la que vive inmerso y que, si ha sido excluyente con sus mujeres nunca lo ha sido en mayor medida que sus vecinos no gitanos; ésto por no decir que en la ola de violencia doméstica que se vive en todo el mundo, los asesinatos de mujeres romanís a manos de sus parejas representan un porcentaje inapreciable.

Mientras que el hombre romaní se ocupa de enseñar a los más pequeños las leyes, las mujeres transmiten enseñanzas, lengua y tradiciones, que si bien no son tan sesudas, tampoco son menos importantes; para un pueblo que carece de tierra propia bajo sus pies, que no tiene país constituído, que en su gran mayoría no tiene cementerios en los que puedan honrar a sus difuntos, las palabras, el idioma que les enseñó su madre, es la única patria de la que pueden disponer.

También he querido hacer un resumen de las leyes primordiales del pueblo romaní, basándome en la Ley Mosaica, que el protagonista de la novela, un Patriarca llamado Salubha Soniché, comenta utilizando el arma más potente que tiene al alcance de sus manos y una de las más difíciles de encontrar en nuestras sociedades modernas: el sentido común.

Por último, el hecho de que sea una mujer quien reciba el relevo, la destinataria de la última carta de Salubha, ha sido un enorme guiño, un reconocimiento a la gran labor que realizan a diario las mujeres del pueblo romaní; si todas las experiencias del Patriarca Salubha que son transmitidas a los futuros líderes y jefes de familia se recogen en un Testamento , la carta a la futura Matriarca, es un canto a quienes oponen a la severidad del mando, el amor maternal a todo su pueblo.