¿La nueva política?

¡Señores y señoras! ¡El Circo Hispano ha llegado para quedarse! Lo de ayer en el Congreso de los Diputados, más que una sesión de investidura, fue un cachondeo, amargo, pero cachondeo. Y no lo digo porque votasen un no rotundo a la presidencia de Pedro Sánchez, ni por los tornillos pasantes con los que el señor presidente en funciones, don Mariano Rajoy, parece haberse anclado a la poltrona, ni por la prueba evidente de que nuestros políticos miran más por su estatus personal y por su partido más que por España; lo digo porque hay algo que se llama educación, urbanidad, modales y, sobre todo, una palabra que el Diccionario de la Real Academia Española de la Lengua define como “Miramiento, consideración, deferencia”, esto es: Respeto; una palabra que parecen desconocer muchos de los representantes votados por nosotros.

 

Ayer dio la impresión de que los grupos minoritarios, es decir, aquellos que despertaron menos confianza en el electorado y por ello recolectaron menos votos, se dedicaron a desplegar una parafernalia de tontopolleces, a cual más extemporánea, buscando, unos, pescar en río revuelto, otros, marcar paquete y, todos sin excepción, salir en las fotos de la prensa de esta mañana. El hecho de que en una sesión de investidura se ataque con el “y-tú-más” o se bloquee un acuerdo, mejor o peor pero acuerdo al fin y al cabo, para tratar de permanecer en la cresta de la ola unos, y otros para acceder a puestos de poder, es una mofa a nuestra inteligencia; porque no deja de ser una burla ácida el hecho de que algunos de estos bípedos no pongan trabas a la hora de percibir un salario mensual de una nación a la que irrespetan y desean dividir.

 

Pero eso era de esperar; otra cosa es el descarado intento de la izquierda, ¿plural?, por conseguir pescar votos en el río revuelto de la moda “porque-yo-lo-valgo”, tratando de arrimar el ascua a su sardina, enarbolando banderas y lemas trasnochados para recuperar votos de los indignados del 15M, olvidando a los que estamos indignados a diario.

 

Otra modorrada que ya se esperaba era la del señor Tardá, sí, aquel que en el mes de diciembre de 2008 gritó en el día de la Constitución “¡Muerte al Borbón!”, como si la Guerra de Secesión no hubiese terminado en 1714; una guerra, por cierto, en la que luchamos contra los Borbones tanto aragoneses como valencianos y catalanes, además de algunas regiones españolas. Hecha esta puntualización, el señor Tardá se descolgó con un no, previsible, acotando lo de la independencia de Cataluña, inexistente de momento, ante la penosa pasividad del señor Sánchez; en fin, otros bípedos a los que les pagamos un sueldo para que nos escupan en la cara cada vez que tienen ocasión.

 

En el Congreso hemos visto de todo. Desde camisetas con mensajes anticonstitucionales, hasta tetas de FEMEN, pasando por camisetas de selecciones nacionales de países que no existen más que en las cabezas de algunos, pero nunca, nunca, se había visto una exhibición tan descarada de los deseos de ascenso personal mostrada por ciertos diputados, así como del aspirante a la poltrona presidencial y el que se aferra a la susodicha con mucha más energía de la que ha demostrado gobernando.

 

Por los alegatos mostrados por ciertas señorías, parecía que la sesión de investidura se estaba celebrando en la primera mitad de los años treinta del siglo pasado; y es que, para muchos de ellos, la brecha abierta durante la guerra civil, no se ha cerrado todavía; por momentos pienso si no será verdad que el Ministerio del Tiempo existe y algunos de estos bichos vuelven cada noche a traspasar las puertas para volver al siglo pasado y así dormir en sus casas republicanas, después de intentar restablecer, ignorando la democracia, el régimen totalitario que no pudieron poner en práctica en tiempos remotos por causa de las disputas internas para conseguir el poder.

 

Además de todo esto, alguno de ellos habló en un tono totalmente victimista llegando a tachar de imperfecta a la democracia española. Y tengo que decir que, en este último punto, quien lo hizo tiene toda la razón del mundo. ¡Si será imperfecta que permite que quienes atentan contra la unidad de España y algunos cómplices de asesinos terroristas puedan defender sus ideas en el Congreso!

 

Al dejar que estos iluminados del pueblerinismo más irracional y trasnochado hicieran lo que les saliera del “nap” o de su “zakila”, depende del idioma elegido para nombrar al hueso alegre de cada cual, fuimos, y seguimos siendo, unos tontos del haba porque intentar ponerles freno, moderarlos, a estas alturas es algo más que imposible. Si se nos ocurriera tan solo intentarlo, además de mentir descaradamente como ya lo hacen con respecto a su situación en España, acrecentaríamos su victimismo llorón y pedigüeño presentándose ante la opinión mundial como reprimidos, que lo son pero en otro sentido, y acosados por las fascistas fuerzas del orden españolas, unas fuerzas tan fascistas que muchos de sus miembros pagan justas condenas por golpear en comisarías a jóvenes indefensos, mientras los que ordenan las algaradas callejeras, los que desencadenan los problemas, aquellos que dedican lo más claro de su tiempo, que afortunadamente no es mucho, a inflamar cerebros inmaduros, acceden al Congreso en calidad de diputados, a las alcaldías o a las concejalías de cultura para perpetrar espectáculos para niños y para convertirse en “trending topic” por sus comentarios en las redes sociales.

 

En resumen, por no quedar mal, por ser más demócratas que la misma e imperfecta democracia, el menos malo de los sistemas de gobierno que tenemos al alcance de la mano, por querer ser quijotescamente desprendidos y buenistas durante años, por no molestar, o para que no se enfadasen, hemos dejado que nuestros bípedos hicieran lo que les viniese en gana y, ahora, nos tenemos que tragar estas chuminadas de grado o por fuerza vía prensa , televisión y, sobre todo, por medio del “twitter”; porque si observamos con frialdad, resulta que desde hace algún tiempo la política española se lleva a cabo en HD y tenemos, desde un presidente de plasma, a unos partidos que hacen oposición vía digital aprovechando la adicción de la mayoría a comunicarse por medio de las redes sociales, convirtiendo lo que antes eran conocidos como rumores, mentiras y bulos en verdades incuestionables y ridiculizando a quienes no opinan como ellos por medio de estúpidos que se esconden tras un alias.

 

¡Y estos bípedos piensan que acaban de inventar una forma nueva de hacer política! ¡Y un excremento como el sombrero de un picador! Lo que han hecho es reinventar la Inquisición... pero en ciento cuarenta caracteres.